02 Dec
02Dec

                                                               Un día en el albergue huellitas de Ventanilla

Tuvimos un largo recorrido hasta llegar al albergue huellitas que está ubicado en Ventanilla, para ser exactos en la Valle Verde.

Luego de el largo recorrido, llegamos a un lugar grande y espacio con varias casas parecidas.

Al llegar nos encontramos con un sitio con demasiada arena, al costado de un valle el cual creaba un olor nauseabundo que recorría por todo el lugar. Nos encontrábamos tocando la puerta de madera color marrón de un piso.

Nos atendió una señora de aproximadamente 40 años, con cara de muy buena gente, nos preguntó que se nos ofrecía, nosotros fuimos con la intención de ayudar a mejorar el lugar en donde se criaban un aproximado de 35 perros, tanto grandes y pequeños,

Al entrar, un olor extremadamente desagradable nos dio la bienvenida acompañado de muchos ladridos, era claro que nos encontraríamos algo así, es decir 35 perros defecando por todo lado cuando una sola persona estaba a cargo, pues era algo obvio.

La casa se dividía en 2 partes, en la primera los cachorros, en la tercera los perros de edad media, en la última parte los perros ya de edad avanzada.

Al cruzar por la tercera puerta, la alegría fue enrome, muchos perros se abalanzaron a nosotros, como si nos conocieran años, incluso como si nosotros los criáramos, ese amor que se sentía en ese momento fue algo mágico y difícil de explicar.

Los perros se sentían muy a gusto con nosotros acompañándolos, primero tomamos la decisión de limpiar el lugar, luego de sacar a pasear algunos perros. Cada persona tenía tres perros como mínimos, en mi caso con dos y ya me jalaban, eso demostraba que los perros tenían mucha fuerza, y ganas de recorrer n poco las calles.

A medida pasaba el día los perros nos demostraban mas su cariño, el día fue demasiados cansado, limpiar todo el lugar, sacar a pesar a los perros, entre otras cosas que nos ofrecimos a hacer. La tarde iba cayendo y con ella nosotros, comenzamos a ordenar las cosas y dejarlas tal y como estaban, así como también dejar a los perros en el lugar donde hacían ubicados.

Llego el momento de partir, nos dio mucha lastima el partir, y dejar a los perros con los que desde el momento que entramos nos encariñamos.

El camino de regreso se nos hizo aun mas largo, nos fuimos con la pena de irnos de aquel lugar tan acogedor, pero con la esperanza de que volveríamos a regresar.

Fuimos a ese lugar por el contando de un amigo cercano, pero fuimos con las ansias de poder ayudar tanto a los animales como a los encargados, fue un muy buen grato momento.

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